"No, primo, no te dejes... oblígalos a comprar tu mercancía... de que te lleves el dinero tú a que se lo lleven los (/&%$# chinos... si no es por las buenas, pues por la fuerza"................ (revisando la nauseabunda historia del capitalismo desde las oscuras raíces monárquicas, no puedo evitar pensar "en peras y en manzanas"... en que diálogos como los de un capo con su primo tuvieron lugar en otros tiempos, pero con las mismas aviesas intenciones: Guillermo de Alemania aconsejando a su primo Nicolás de Rusia...
Guerras inventadas para vender más, para subyugar mano de obra, para apoyar a sus primos, tíos, sobrinos, hermanos en la defensa de "sus" tierras...matrimonios donde lo mismo daba con quien, con tal de que tuviera buen capital. El cartel de la realeza. Los títulos nobiliarios son la garantía de tierras acumuladas: más largo el nombre, más tierras en posesión... obedientes al patriarcado, las doncellas cambian de nombre, apellidos y nacionalidad sin problema: Friederike se vuelve Fedorovna. Un rico es de otra madera: es capaz de mudar de fe y de nombre para acceder a la riqueza de una "patria" nueva. Se vuelve cristiano o musulmán, se inventa una religión nueva que no le ponga coto a su poder.
La patria para ellos, es el universo de tres palacios, siete casas y dos yates imperiales porque de las alfombras para afuera, hay otro concepto de patria que ellos le hacen aprender a los niños pobres en las escuelas públicas, se cantan himnos y se aprende que la patria es algo abstracto, una doncella rubia o morena o asiática, vestida de blanco, de verde militar o de rojo... que pide su sangre y su sacrificio.
Esa patria no es otra cosa que las casas, los yates, las tierras, los intereses y dividendos de los ricos. Algunos lo descubren más tarde. Otros siguen creyendo que la patria se defiende en un campo de guerra o en una cancha. Pero los poderosos no tienen patria. Si las cosas se ponen mal, cambiarán sus pasaportes, abandonarán, aprenderán otra lengua.
Friederike ya no recuerda ser danesa; su suegra, que fue alemana, nunca se sintió rusa y prefirió vivir en Finlandia. Victoria tuvo nietos que hablaban sin problema cuatro idiomas: el inglés de la abuela, el francés de moda, el que les tocó al nacer y que tuvieron que aprender al casarse y cambiar de residencia (aunque algunas, como la zarina Alejandra, jamás se dignaron aprender el idioma de su nueva tierra). Las guerras son estratagemas para defender lo que consideran sus pertenencias por derecho divino... y cuando los recursos para sostener una guerra se les acababan, se instauraban defensores de la paz y el desarme (sólo para tener tiempo fuera ).
Hacen alianzas, se siguen repartiendo el mundo... llenan las páginas de las revistas, los canales de televisión con sus rostros, para que nadie se olvide de quienes son y los adoren, como en los viejos tiempos. Eso sí, que no se le ocurra al poderoso perder y volverse pobre... porque no habrá parentesco que lo salve. El oro es su verdadera patria, su única fe, su familia.